Prisión Permanente Revisable y Política Local de Pinto
Estamos en un momento clave, los conflictos sociales están a pie de calle, pensionistas reclamando dignidad en su último tramo de vida, mujeres pidiendo igualdad de oportunidades en pleno siglo XXI, jóvenes sin futuro laboral, mayores de 45 años sin trabajo y sin espectativas de encontrarlo y el más reciente conflicto por la posible “derogación” de la llamada Prisión Permanente Revisable.
A éste respecto, y dada la polémica generada a raíz del posicionamiento de algunos padres víctimas de horribles crímenes, para que no se derogue la polémica Ley, conviene aclarar que endurecer las penas de prisión, establecer la cadena perpétua, o incluso la pena de muerte como existe en países como Estados Unidos, no solamente no ha tenido ningún efecto disuasorio, sino que los deleznables crímenes como el del niño Gabriel, han ido en aumento en nuestra España y en el mundo.
Nadie se cuestiona la necesidad de un cambio social y mucho menos personal, nadie plantea el problema de fondo “Saber si se quiere vivir y en qué condiciones se desea hacerlo”, sino cuestionamos el modelo social deshumanizador, con sus anti-valores consumistas e individualistas, si no cuestionamos nuestra propia vida, qué dirección queremos darle a nuestros actos, qué valores rigen nuestra existencia, todo cambio que pretendamos introducir en una sociedad enferma de violencia, discriminación y desigualdades, no obtendrá ningún resultado transformador. No por aprobarse Leyes o Decretos, los ciudadanos cambian, ni la sociedad cambia.
Lo que se necesita es una profunda revisión de nuestras creencias, esas que nos llevan hacia callejones sin salida, puertas cerradas y que nos conducen irremisiblemente hacia los comportamientos más despreciables del ser humano como El Fanatismo, el Fundamentalismo y su metodología de acción: La Violencia.
Lo que se está discutiendo sobre la Prisión Permanente Revisable, llevado al ámbito local pinteño, encuentra sus similitudes con la política local, los partidos políticos y los medios de comunicación de Pinto, enfrascados cada vez que surje una “anécdota” local, en debates estériles que flaco favor le hacen a nuestra sociedad, fomentando el desinterés de cada vez más personas en los aspectos de la participación ciudadana. Este caldo de cultivo, este desinterés tiene consecuencias, la primera de ellas es la pérdida de la comunicación, que es sutituida por el discurso encendido de a ver quién la tiene más larga, el insulto, la agresión y de nuevo la violencia.
El segundo efecto y no por ello menos desintegrador, es el de los comportamientos cada vez más irracionales de los individuos más afectados, la falta de empatía, de solidaridad, el desinterés más absoluto por la cultura propia y la ajena, la irresponsable ausencia del respeto a la vida y a la naturaleza.
Podemos pedirles a nuestros políticos que eleven el nivel de sus intervenciones, que reflexionen, que se cuestionen ¿Para qué están en la Política? ¿Para qué quieren gobernarnos a los pinteños? No basta con responderse el ¿Por qué? Esto sólo nos acerca a la justificación de los intereses mezquinos y personalistas, hay que responderse al ¿Para qué? ¿Qué sentido tiene, Qué dirección se le da a lo que se dice o lo qué se piensa?
Podemos pedirle a nuestros medios de comunicación un ejercicio de responsabilidad con nuestra sociedad, pero esto no será posible porque estos “medios de comunicación” se rijen por intereses espureos, casi siempre económicos, y el tratamiento que hacen de la información, lo hacen al servicio de ésos mezquinos intereses, que además cuentan con el beneplácito de los políticos locales que financian de alguna manera a esos “medios”. Hacer el vacío a estos seudo-medios es la mejor forma de combatirlos, no enfrascándose en infructuosas contestaciones intestinas a través de las redes sociales.
Estamos en una etapa triste por ausencia, porque sólo conociendo y conociéndonos, el mundo nunca pierde sus encantos sorprendentes y los ribetes alegres de la vida brillan más sensuales. Sombrío, porque sólo sembrando el amor al conocimiento de uno mismo,de la cultura, los cambios que conducen a las grandes utopías “societales” son posibles. Una sociedad incapaz de reflexionar o dudar sobre sus creencias y sus formas de relacionarse con el prójimo, no cambia sus costumbres por ley o aclamando las diatribas del jefazo.
Sin duda la estupidez autodestructiva que impera en nuestro tiempo, no es patrimonio absoluto de algún bando político, sino a la manera de ver el mundo compartida entre todos ellos, como va quedando claro luego de 40 años consecutivos de la “Constitución del 78”.