Reflexiones sobre la “serie” Antidisturbios
Sobre la “serie” Antidisturbios
Imaginemos lo revolucionario que sería vivir en un sistema en donde se rechazase el uso de la violencia como vía para resolver los conflictos
Por: Antonio Pacheco
Redacción/ Sur Media Madrid
Viendo la serie «Antidisturbios» pude ir un poco más allá de la cuestión de la culpabilidad o inocencia de los protagonistas en los hechos y formularme algunas reflexiones. No podemos desvincular a policías y militares de su medio; un sistema cuyo último garante de su supervivencia es el uso, en monopolio, de la violencia. Los profesionales de estos cuerpos están «obligados» a hacer que se cumpla la ley, con independencia de que esa ley sea justa o injusta.
Y ahí está el lío, esta gente tarde o temprano se encontrará enfrentada ante situaciones legales, pero injustas y tendrán que elegir en conciencia entre la ley o la justicia, tendrán que elegir entre conservar su trabajo o su integridad moral, entre hacer uso de la violencia contra gente damnificada o hacer objeción de conciencia.
¿Cuál puede ser la motivación para que alguien elija estas profesiones? Supongo que habrá múltiples motivaciones, pero simplificando se puede decir que están los que se sienten llamados a ser los defensores de la ley y el orden y los que su único interés es encontrar una salida laboral.
Imagino que a los segundos les será más difícil justificar el uso de la violencia, algunos abandonaran, pero la mayoría terminará justificándose para hacer menos insufrible la contradicción.
Muchos otros, sobre todo de entre los llamados, acabarán reclamando más mano dura e incluso podrían llegar a ser ellos mismos los que terminen repartiendo justicia amparados en la sensación de poder que les otorga sentirse la autoridad.
Solo apuntar que ningún autoritarismo, ni atropello a los derechos humanos hubiese sido posible sin el fiel respaldo de los cuerpos armados.
Está claro, como dije al principio, que no se puede desvincular este asunto de un sistema en el que los que sustentan el poder legislan para perpetuarse, en donde la ley es ciega y los cuerpos armados obedientes.
Mucho habría que cambiar para modificar este estado de las cosas. En principio se debería tener un enfoque no-violento y ya que hablamos de los cuerpos de seguridad, estos deberían ser los primeros objetores de conciencia, ser garantes para que nunca se ejecute una injusticia contra la ciudadanía, evitar los actos de violencia entre las personas y solo usar la fuerza como último recurso de legítima defensa o para proteger al que va a ser violentado.
Volviendo a la serie, yo veo que hay un encadenamiento de responsabilidades, que son mayores cuanto más altas sean las instancias.
Los mayores responsables son los que mantienen unas leyes que permiten que se eche a la gente de su casa porque no puede pagar la hipoteca o el alquiler.
Nadie debería quedarse sin vivienda y deberían ser los gobiernos los que tendrían que ofrecer una alternativa habitacional a los que van a ser desahuciados o, en su defecto, compensar a los propietarios damnificados.
Imaginemos lo revolucionario que sería vivir en un sistema en donde se rechazase el uso de la violencia como vía para resolver los conflictos.