Nueva novela de Felipe Montes
Lanza Felipe Montes su nueva novela, La Hacienda de la Soledad
Se trata de la primera entrega de su saga de realismo mágico La Guerra del Viento
Redacción/ Sur Media Madrid/ Entrevista
Felipe, muchas gracias por atendernos.
Gracias a ustedes. Es un gusto platicar de nuevo.
Tu novela más reciente es La Hacienda de la Soledad, publicada en Amazon. ¿Nos hablas sobre ella?
Es una novela de un realismo mágico más bien extremo. Es decir, su realismo es crudo y su magia se acerca a la fantasía de nuestras leyendas. Es el primer volumen de mi saga La Guerra del Viento, la cual, como ya saben ustedes, es parte integral del enorme poema Monterrey.
Sus acciones principales se desarrollan en el seno de cuatro familias, cuyos destinos van uniéndose. No todos los personajes son humanos; en este Monterrey del cual escribo existen ángeles, demonios, fantasmas y muchas bestias diferentes.
El detonante de toda la trama es una historia de amor entre la hija de los hacendados y uno de los peones. La boda se verá interrumpida, y todo empieza a complicarse hasta los niveles que veremos en Las Torres del Fuego, el siguiente volumen de la saga.
Llevas desde los trece años construyendo todo un universo literario que condensa los mitos y la vida cotidiana de tu ciudad natal, Monterrey. La Hacienda de la Soledad forma parte de este compendio. ¿Nos hablas sobre esto?
De niño, lo que más leía eran libros sobre la naturaleza. De los siete a los trece años, el centro de mi universo literario fue la Enciclopedia Salvat de la Fauna, de Félix Rodríguez de la Fuente, con su impresionante estilo poético de narrar realidades hermosas y tremendas. Los campamentos a los que asistía me mostraban el lado sensible, sensorial y real de mis lecturas.
A los trece años, cuando conocí a Quiroga, Poe y Bradbury, encontré nuevas maneras de expresar lo que quería. Mis caminatas por Monterrey, para ir y venir de la escuela, mis vagabundeos en bicicleta y mis contemplaciones nocturnas desde la terraza me ayudaron a armar esta ciudad en mi interior, con lo que esto implica: combinación con los sueños, mezclas con la imaginación, hibridaciones fantásticas.
A esa misma edad, inspirado para ser escritor, decidí probarme: en una sola tarde escribí seis cuentos, todos ambientados en el futuro de Monterrey, y encontré que esto es lo mío.
A los dieciocho, hurgando en la biblioteca de mis padres, me di cuenta de que el pasado de la ciudad es también fascinante, maravilloso, y decidí crear una obra que narrara su historia desde el origen de sus valles hasta su final bajo una tormenta de hielo, sangre y lodo.
Por lo que entiendo, lo tuyo es todo un compromiso con esta gran obra de tu vida que se titulará Monterrey. Vamos a explicarle al lector. La Hacienda de la Soledad forma parte de una saga y esta saga, a su vez, pertenecerá a la colección Monterrey, ¿es así? ¿Nos desarrollas un poco las partes de este proyecto?
Me gusta mucho que lo planteen ustedes como un compromiso. Así es; se trata de un compromiso que requiere de una disciplina y que representa una gran responsabilidad. Como recordarán, estos tres conceptos suelen ser usados, mañosamente, para encubrir obediencia a otros. Pero en este caso se trata de obediencia a mí mismo.
Monterrey es la gran obra que estoy haciendo desde los trece años. Tiene cinco partes, que, en orden cronológico, se titulan La Casa Natal, La Guerra Viva, El Campo del Dolor, La niebla y Las piedras. Cada una de estas grandes partes se compone de varias sagas como, por ejemplo, La niebla, una de cuyas sagas es La Guerra del Viento.
Y, dentro de La Guerra del Viento, pueden ustedes leer el primer volumen, que es precisamente La Hacienda de la Soledad.
Calculo que, en total, Monterrey estará compuesto por más de setenta novelas.
¿Y cómo es escribir este universo desde los trece años? ¿Cuál fue la historia que lo detonó todo? ¿Cómo organizas el contenido?
Mi vida entera se ha vertebrado en torno a la obra, Monterrey, y no entiendo cómo otras personas pueden vivir sin estar haciendo una obra. Claro, cada ser humano avanza en proyectos, cumple sueños, pero, lo digo con mucho respeto, no entiendo cómo sobrevive la gente con poca pasión y mucha dispersión.
A los cinco años escribí un poema, titulado Mariposa; a los seis, un cuento, llamado El niño perdido. Ahora veo que siempre he escrito lo mismo: la narración de una mariposa que vuela sobre estos campos, la de un niño que se pierde por el bosque y encuentra una nueva vida.
La organización del contenido requiere de muchas medidas, protocolos y precauciones. Las fuentes externas son mitos y leyendas de mi región, a las que se agregan chismes, noticias y anécdotas que recolecto entre la gente, para lo cual suelo hacer exploraciones rurales y urbanas, siempre muy ilustrativas y edificantes. Escribo a mano, dicto a una persona o a un programa computacional, y el texto entra en un proceso de mejora, estilización, incorporación al resto y embellecimiento constante, y, en un equilibrio entre la expansión sin límites y la contracción rigurosa, me da gusto reconocer ante ustedes que surgen textos que me satisfacen cada vez más.
Has sido Premio Nacional de Poesía con Casa natal, ¡cuéntanos!
Sólo participo en concursos que considero que valen el trabajo y la atención que implican. En aquel tiempo, pensé que esa actitud no era sino miedo enmascarado. Dejé que pasaran los días, afirmando ante mis amistades que no participaría en el certamen, pero la noche anterior a la fecha límite, en un arranque de arrepentimiento, y con la fuerza que da la anterior frustración, escribí Casa natal.
No pretendo que se considere como un mérito importante el haberla escrito en menos de seis horas, porque ese tipo de conclusiones no ayudan mucho a las carreras literarias. Pero sí reconozco que, de nuevo, me di cuenta de lo mucho que tenía que decir, de los muchos pendientes poéticos que mantenía, y del daño que la evasión produce sobre la productividad y la calidad literarias.
Tres años después, y con la incorporación de la mayor parte de los poemas que había escrito hasta el momento, Casa natal se convirtió en mi primer libro publicado.
También eres integrante del Sistema Nacional de Creadores de Arte. ¿En qué consiste?
En México tenemos la oportunidad de aspirar a una beca mensual la cual, con una duración de tres años, nos aporta el tiempo y la tranquilidad suficientes para escribir, hasta finalizar, la obra literaria que hayamos propuesto. Esta convocatoria se abre anualmente no sólo para escritores, sino también para el resto de los artistas, y representa un gran orgullo y una enorme responsabilidad, puesto que se trata de una distinción nacional y que se sufraga con fondos procedentes de todos los mexicanos.
Como retribución a la sociedad, el artista beneficiado se compromete a mantenerse disponible para impartir conferencias sobre su área, ofrecer presentaciones de sus obras y coordinar talleres de creación, entre otras actividades de promoción a las artes, y así lo he hecho durante años, tanto como parte de este programa como por cuenta propia.
Tus obras se distribuyen en todo el mundo, y algunas de ellas han sido traducidas al francés, al inglés y al italiano. ¿Nos hablas de alguna de estas obras?
Todas ellas son parte de Monterrey. Mi poema largo Catedrales fue traducido al francés, y recibí comentarios muy positivos por parte de sus lectores en los países en que se distribuyó. El vigilante se tradujo al italiano, y El enrabiado y otras obras, al inglés.
La potencia actual de Amazon en lo que se refiere a difusión, promoción, disponibilidad, variedad de las obras y acceso para la publicación constituye un avance revolucionario del mundo editorial. Eso involucra una serie de nuevos comportamientos también por parte de los creadores, que vemos multiplicadas nuestras ventanas al mundo, ampliados los escaparates y aumentadas las redes que nos comunican con nuestros lectores.
¿Esperas que con La Hacienda de la Soledad también ocurra lo mismo?
Por supuesto. Si en años anteriores esto era difícil, y, aun así, algunos de mis libros corrieron con esa suerte, en esta época, y con mayor experiencia, La Hacienda de la Soledad tendrá pronto no sólo los tres formatos, electrónico, impreso y audiolibro, sino, también en los tres, sus traducciones a un número cada vez mayor de lenguas. Serán momentos memorables en esta época de sorpresas.